De la biblioteca a la librería popular

Franco Muzzio
Extensión Académica y Cultural, U.Central

Nadie podría negar que las iniciativas apellidadas como populares, por alcalde Daniel Jadue, han dado mucho que hablar y en este caso podrían dar mucho que leer.

Pero cuál es la idea de fomentar la posesión del libro en vez de promover su circulación permanente. No hay que echarse tierra en los ojos para saber que el libro es un animal en extinción, un elemento que junta más polvo que miradas en estos tiempos, un trozo de papel que compite con la vorágine de una pantalla que lo ofrece todo y en tiempo inmediato.

El libro como objeto del deseo está enfermo de valoración. No creo que sea el precio, tampoco le echaría la culpa a los nuevos tiempos y a las transformaciones digitales. Sin redundar en análisis, algo se cortó en los ánimos hacia la lectura.

¿Cómo hacemos para que los niños abran libros en vez de pegarse al celular? ¿Cómo llevamos clubes de lectores a la tercera edad, o cómo instalamos pequeñas bibliotecas en las plazas los fines de semana?

La idea del alcalde Jadue tiene un espíritu positivo y que se relaciona con un acceso medianamente justo, pero será eso lo que el libro requiere, será esto lo que se necesita para que este artículo de primera necesidad del lenguaje y el espíritu vuelva al transporte público, a los recreos, a las salas de espera o a cualquier momento en que voltear páginas se transforme en un pasaporte por el mundo. El libro merece que se le multipliquen una y otra vez las segundas oportunidades.